El punto de
cruz es una de las técnicas más antiguas de bordado, las primeras piezas de
punto de cruz fueron encontradas en fragmentos antiguos de ropa hallados en
yacimientos arqueológicos de Egipto (500 a.de C.) o del Asia Central (850 a. de
C.) .
El verdadero
punto de cruz, idéntico al que se realiza actualmente, hizo su aparición en
Europa durante la Edad Media, para luego difundirse ampliamente durante el
Renacimiento.
En el siglo
XVI, aparecen los primeros esquemas impresos, provenientes de Europa,
especialmente de Alemania e Italia con temas típicos de la época: decoraciones
florales, religiosas y heráldicas, llenas de símbolos como cruces, cálices y
palomas. Las telas sobre las que se bordaban eran de lino, de seda o lana. No
había mucho colorido en los hilos pero en el siglo XVII empezaron a llegar los
colorantes provenientes de América para poder teñir los hilos y conseguir
colores distintos. El color más usado fue el color rojo, que aguantaba mejor
los lavados.
En los
bordados populares de la Europa Oriental y Central es característico el punto
de cruz en dos dimensiones (sin sombras) con diseños geométricos y florales,
normalmente trabajado con hilos de algodón sobre lino.
El punto de
cruz en el siglo X y XII era usado por las mujeres para reproducir los motivos
de las alfombras que traían de Oriente. También era una forma para que las
mujeres aprendieran el alfabeto y se conviertió en una distracción femenina;
mientras los hombres salían a luchar ellas bordaban en casa preciosos tapices y
murales.
En Estados
Unidos el primer muestrario de punto de cruz conocido se localiza en el museo
Pilgrim Hall en Plymouth, Massachusetts [1]. Este muestrario fue elaborado por
Loara Standish, hija del capitán Myles Standish, alrededor de 1653. Tradicionalmente,
el punto de cruz se utilizaba para embellecer tejidos como mantelerías,
lencería y tapetes (sólo pequeñas partes de lo que actualmente se bordaría,
como los bordes). Aunque existen muchas bordadoras que aún lo emplean para
estos usos, especialmente en Europa, es cada vez más corriente usar este punto
para bordar sobre tejidos de tela de panamá o cañamazo y colgarlos en la pared
como elementos decorativos.
La industria
textil también evolucionó y consiguieron producir hilos de muchos colores y
tejidos varios como el de algodón. Esto fue un detonante para que esta labor se
introdujera en la mayoría de hogares. Actualmente el hilo de algodón
mercerizado es el material más utilizado. Consiste en un hilo fabricado en
algodón y compuesto de seis hebras poco retorcidas para que se puedan separar
fácilmente. También se suele utilizar el hilo de algodón perlado, la seda y el
rayón. En ocasiones se utilizan diferentes hebras de lana, metalizadas o
algunas otras especiales, a veces para todo el bordado o simplemente para
detalles y adornos. En 1841 DMC empezó a fabricar de hilo de coser y de bordar.
En el siglo
XVIII, los dibujos se hacen más realistas y en la segunda mitad del siglo
aparecen los primeros paisajes. En el siglo XIX nace la edad de oro del bordado
en punto de cruz. Los grandes progresos de la imprenta permitieron satisfacer
la demanda creciente de esquemas y modelos y en 1840 se publicaron más de
catorce mil.
El punto de
cruz y el bordado en España:
En España,
debido a los siglos de dominación musulmana, la influencia de los bordados
árabes fue muy importante. De los diversos estilos españoles, el más llamativo
era el de punto de lana de oveja negra sobre lino blanco. Que fue llevado a
Inglaterra en el siglo XVI por Catalina de Aragón, primera esposa de Enrique
VIII. La combinación de colores negro sobre blanco se convirtió en el popular
trabajo isabelino de blackwork. De hecho en Inglaterra se le conocía como
Spanishworks y decoraban los trajes de los monarcas con ricos bordados usando
esta técnica.
La evolución
del bordado en España corrió paralela a la del resto de Europa; sin embargo,
algunas variedades regionales, que aún se practican hoy día, conservan las
características y peculiaridades que tenían en el siglo XVI. Entre las más
destacadas se encuentran el de Lagartera, con motivos geométricos, el bordado
mallorquín con influencia oriental y del que ya hablamos en este post y el de
Cáceres, de inspiración mudéjar y renacentista.
MATERIALES
Tela: Lino,
tela aida o panamá, aunque gracias al cañamazo el punto de cruz se hace viable
sobre cualquier tejido. Si por ejemplo, queremos bordar sobre una loneta,
deberíamos centrar un retal de cañamazo, hilvanarlo y bordar según su trama el
punto de cruz. Finalmente, se deshace el cañamazo tirando con sumo cuidado de
sus hilos.
Consejo: en
esta situación se debe bordar con un poco más de la tensión normal, ya que, de
lo contrario, al sacar los hilos, el bordado quedaría suelto y podría
engancharse.
Hilos:
Preferentemente, mouliné, 100% algodón y trabajado a dos hebras. Aunque depende
de la trama de la tela.
Agujas: Se
recomienda el uso de una aguja corta, ya que permite aprovechar el costoso hilo
al máximo. Si se borda sobre aida o panamá, se preferirá una sin punta (también
llamada de punta roma), pero si trabaja sobre una tela más compacta, tupida, se
deberá utilizar una aguja con punta afilada.
Bastidor: En
Inglaterra parece una costumbre muy arraigada el bordar el punto de cruz en los
bastidores de aro, esto es, sin pie. Gracias al uso del bastidor, el bordado
queda más uniforme y se evita el arrugado de la tela.
Fuentes: Wikipedia y DMC
hola por favor quisiera el patrón de las 3 doncellas que aparecen en la portada mi correo es olganl20@gmail.com
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